- – ¡En verano hace calor!, exclamó mi amigo Ramón.
– ¡Vaya una novedad!, le contesté yo.
– ¡Ven conmigo y disfrutemos del veranillo
comiendo, mojándonos y charlando!
- Vi cómo el implacable sol:
llevaba a la desesperación
a seres que deambulando desganados
buscaban algún umbrío rincón.
- Pues yo observé a unas lagartijas
disfrutando de un gran baño de sol
calentando sus fríos cuerpecitos
e inundándolos de calor.
- ¡Hay verano veranillo
exasperas a unos cuantos
y a otros das cariño!