Diente de león me llaman.
Delicado y efímero,
sólo con un poquito de aire
me disipo, me disperso.
Con mi redondeado aspecto aterciopelado,
delicado entre los dedos,
Viento: ¡Méceme!,
¡llévame cerca y lejos!
Llenaré los campos con mi presencia,
sutil y finísimo manto.
¡Acaríciame, cúbreme
y concéde buenos deseos!