Había una vez un león orgulloso que paseaba tranquilamente por el campo.
Cazaba cualquier animal para satisfacer su hambre.
Una tarde atrapó a un ratón. Éste, al darse cuenta de cual iba a ser su destino comenzó a llorar y dijo:
– No me comas por favor. Tengo una familia que cuidar y si no regreso morirán.
El león se apiadó de él y le dejó marchar.
Una semana después, el gran felino cayó en una trampa que habían colocado unos cazadores.
Cerca del lugar estaba el ratón con su familia comiendo y bailando.
De repente escucharon unos fuertes rugidos y sigilosamente se acercaron hasta el lugar de donde procedían.
Vieron al enorme león metido en una gran bolsa de cuerdas.
Si ninguna dilación, los pequeños roedores las cortaron y le liberaron.
Desde aquel día el león y los ratones se hicieron amigos inseparables.
Fin
MORALEJA:
“Si piensas en los demás y te apiadas de ellos,
con el tiempo tendrás tu recompensa”.