
Erguido y bien sujeto a las riendas de su caballo,
un jinete anaranjado va cabalgando.
por caminos desconocidos
sintiendo el azul del cielo,
el verdor de la hierba cubierta
con su agradable rocío mañanero,
y el amarronado suelo
sobre el que su rosado amigo
va posando los delicados cascos.
Jinete solitario embelesado
con las maravillas que va observando
y, tranquilamente sintiendo,
la vida que va pasando.