Una vez Mariana, Pedro y Fabián fueron de excursión a un pueblo extremeño que se llama Bonal de Ibor.


Andando, andando llegaron a un campo con un estanque lleno de patos.

De pronto el agua empezó a moverse muy deprisa con el aire y los patos se hundieron.

Al ver que los patos estaban en peligro, cogieron unas ramas para salvarlos.

Cuando tocaron el agua con ellas, el viento dejó de soplar y consiguieron sacarlos a todos.

Después regresaron los patos al estanque y se despidieron de sus amigos.

Los tres amigos subieron al autobús y regresaron a sus casas.

