La calle sale al encuentro de quien por ella quiera pasar.
De pronto, alguien de mandíbula desencajada y bailongos dientes altera la existente quietud.
¡CHILLIDO CHILLID, CHILLI, CHILL, CHI…!
El estridente ruido todo lo empapa, a modo de tinta derramada.
Pasa un rato.
Poco a poco se va alejando, más y más. Cae al suelo sin poderlo remediar.
Apenas imperceptible ya, una silueta descubre al auténtico protagonista: ¡TÚ!