PAISAJE

Para hacer este gran mural utilizamos:

  • Cartón para la base
  • Lápices, ceras y rotuladores de colores

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Un azulado cielo lo iluminaba todo.

Águeda pensó:

-¡Magnífico día para pasear!

Decidida, salió de su casa y al cerrar la puerta apareció una enorme moto.

Estaba pletórica, no podía creer lo que veían sus ojos.

Rápidamente se subió a ella y no paró de dar vueltas hasta que anocheció.

Al día siguiente la moto había desaparecido.

Miró hacia arriba y sorprendida vio un colorido avión. Dio un gran salto y en su interior se metió.

Viajó por el mundo admirando montañas, valles, ríos y mares, también pequeñas aldeas,  pueblos y ciudades,…

Fue un viaje maravilloso que terminó cuando la noche llegó.

Con el nuevo día, de su casa ilusionada salió y un cohete en el cielo descubrió.

– ¡Baja por favor!

Rápidamente descendió y Águeda feliz en él montó.

Maravillada  vio lo que el espacio guardaba: estrellas, satélites, planetas,…

Cuando todo acabó un gran cuadro pintó para que pudiéramos ver lo que soñó.

 

«CÓMO SE DIBUJA UN PAISAJE» (Gloria Fuertes)

Un paisaje que tenga de todo,

se dibuja de este modo:

Unas montañas,

un pino,

arriba el sol,

abajo un camino,

una vaca,

un campesino,

unas flores,

un molino,

la gallina y un conejo,

y cerca un lago como un espejo.

Ahora tú pon los colores;

las montañas de marrón,

el astro sol amarillo,

colorado el campesino,

el pino verde,

el lago azul

– porque es espejo del cielo como tú -,

la vaca de color vaca,

de color gris el conejo,

las flores …

como tú quieras las flores.

De tu caja de pinturas

¡usa todos los colores!

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Para hacer este paisaje necesitas:

  • Papeles
  • Lápices, ceras y rotuladores de colores
  • Tijeras
  • Pegamento

OSOS Y OSERAS

Este cuadro está elaborado con:

  • Papel blanco para la base
  • Lápices, ceras y rotuladores de colores
  • Pintura marrón
  • Papel amarillo para el sol
  • Papel seda blanco para la nieve
  • Pegamento y celo para pegar

POESÍA (Mª Felisa García G.)

  • Tal vez algún día puedas llegar hasta este lugar.

          Despacio, muy despacio debes caminar

          sin dejar que se sienta tu respiración,

          sin dejar que huela tu sudor,

          sin dejar que se vea lo que con los ojos puede verse.

 

  • Llegué perdido, escapando del sombrío bosque.

         Mi corazón latía despacio y en silencio.

         La claridad me cegó por un instante

         pero pronto observé el entorno.

 

  • Grandes oseras,

         osos y osas fuera de ellas;

         oseznos correteando por la explanada,

         sin percatarse de quién les acechaba.

 

  • Mi corazón latía, esta vez deprisa.

         Un enorme oso sigiloso se acercó

         y con su rugido me asustó.

 

  • Un momento de tranquilidad.

          Luego, con una voz un tanto peculiar dijo:

          – ¡Ven conmigo a jugar!

         Sorprendido le miré y,

         sin ninguna dilación, contesté:

         – ¡Sí!