
Había una vez un moscardón llamado Pepe. Volaba y volaba de aquí para allá. Sólo paraba para comer y descansar.

Pepe veía cómo todos los días los niños y niñas iban a la escuela. Él también quería ir para aprender. Una mañana se puso una mochila en la espalda y se marchó caminando hacia la escuela. De repente comenzó a llover y sus alas poco a poco se iban empapando.

Miguelín le vio, le cogió, le secó y le llevó a la escuela.

Desde aquel día el pequeño moscardón y Miguelín se hicieron muy buenos amigos y siempre iban juntos a todos lados. Así este cuentito llegó a su fin.
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